Esta es tu oportunidad de ser libre

Desde la adicción al liderazgo, Enrique cuenta su historia

Mi nombre es Enrique y tengo 28 años. Nací en la ciudad de Jalapa Veracruz, soy el segundo de cuatro hermanos.

A la edad de 13 años mi vida y la de mis hermanos cambió por completo, primero murió mi madre y al poco tiempo mi abuela, lo que nos hizo sentir desamparados. Mi padre quedó solo con toda la responsabilidad de cuidarnos, pero le resultaba muy complicado tener que trabajar todo el día y educarnos. Comenzamos a desobedecer, nos volvimos muy rebeldes y nuestra conducta empeoraba cada vez más.

Yo estudiaba la secundaria y comencé a faltar por irme de “pinta” con mis compañeros. Buscaba ser aceptado y mentía diciendo que tenía muchas cosas y lujos pero la realidad era otra. Cuando llegó la primera invitación a fumar marihuana no supe como rechazarla, quería ser aceptado y pensaba que así tendría la identidad que tanto buscaba. Todo eso me llevó a a consumir alcohol y cocaína, y cada vez me hundía más. Me expulsaron de la escuela. Esa fue la primera consecuencia de la mala decisión que había tomado. Ya no estudiaba ni trabajaba, y comencé a robar, hasta que me atrapó la policía y me llevó a un correccional.

Mi conducta rebelde me orillaba a convivir con personas como yo. No me gustaba obedecer, así que robaba y vendía drogas. Entrar y salir de la cárcel era ya mi forma de vida. Alguna vez intenté dejarlo yo solo, pero fue inútil. La última ocasión que salí de la cárcel, solo duré 18 días antes de verme nuevamente procesado por robo para conseguir droga. Me sentía desesperado, afligido y sin salida. Mi vida se esfumaba frente a las drogas y ya estaba también arrastrando a mis hermanos. Entonces le pedí a Dios una oportunidad. Ahora sé que Él siempre nos escucha, pues mi padre me ayudó pagando la fianza y reconocí que no podía con mi adicción. Así fue como mi padre me trajo al Centro Betel, donde Dios comenzó a trabajar conmigo. Aquí me han enseñado que no tengo que luchar solo con este problema. Estoy aprendiendo a ser responsable, a practicar el respeto, a establecer orden y disciplina en mi vida y sobre todo a conocer el amor de Dios, el cual me mostró dándome la libertad e identidad que tanto buscaba. He tenido la oportunidad de ser líder de las casas de Ciudad de México y ahora en Puebla. He conocido una hermosa mujer de Dios con quien me voy a casar muy pronto.

Si estás pasando por algo como esto, ésta es tu oportunidad de ser libre

“Y conocerás la verdad y la verdad te hará libre” Juan 8:32

 

Enrique: Líder de Betel en Puebla

He recuperado el deseo de vivir

Con la ayuda de Dios hoy puedo luchar por lo que quiero

Me llamo Saúl y soy originario de Pachuca, Hidalgo. Provengo de una familia de clase media donde siempre me dieron todo lo que necesitaba. Fui un chavo muy atrevido sin miedo a nada con deseos de aventuras. Siempre quería más de lo que podía tener, sin embargo aun teniendo todo me sentía insatisfecho, me acostumbré a recibir y a no luchar honestamente por alcanzar las cosas. Tuve todo para ser un campeón pero mis malas decisiones y mi egoísmo me llevaron a la vida del alcohol y las drogas.

A los 13 años probé el alcohol y el tabaco para sentirme aceptado, no tenía identidad e imitaba todas las modas e ideologías de diferentes “tribus” urbanas como los hippies, el punk, la cultura rastafari etcétera. Así tiré al suelo mi vida y la educación que me dio mi familia. Pronto comencé a consumir marihuana, LSD, pastillas y cristal, consiguiendo dinero ilícitamente y engañando a mi familia. Mi vida fue de mal en peor, me fui de casa, perdí el rumbo, me encontraba lleno de temores, complejos y baja autoestima; la trampa y la mentira comenzaron a ser mi forma de vida. Todo lo ocultaba detrás de una máscara, aparentando ser ante mi familia y la escuela lo que no era. La realidad es que era un adicto y todo en la vida me daba igual. Mi familia sufrió mucho pues se daban cuenta de todo y querían ayudarme

Tuve que caer muy bajo para recapacitar. Llegué a estar entre la vida y la muerte, estaba desesperado, y mi próxima decisión definiría el rumbo de mi vida. Pedí a Dios una oportunidad más; esta oportunidad la encontré en el Centro Betel, donde la convivencia, el amor, la disciplina y las verdaderas amistades me enseñaron a valorar y apreciar la vida y ser agradecido. En Betel aprendí a ver al prójimo y amarlo como a uno mismo, es el lugar donde la misericordia de Dios atravesó mi corazón y me transformó.

Permanecí varios años en el programa y he vuelto a mi hogar. Estoy estudiando Arquitectura, la Universidad la Salle me dio una Beca. Ahora tengo sueños, mi vida tiene sentido. He recuperado el deseo de vivir. Con la ayuda de Dios hoy puedo luchar por lo que quiero.

La misma oportunidad es para ti.

“Y me sacó del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos” Salmo 40:2

Saul