Con la ayuda de Dios hoy puedo luchar por lo que quiero
Me llamo Saúl y soy originario de Pachuca, Hidalgo. Provengo de una familia de clase media donde siempre me dieron todo lo que necesitaba. Fui un chavo muy atrevido sin miedo a nada con deseos de aventuras. Siempre quería más de lo que podía tener, sin embargo aun teniendo todo me sentía insatisfecho, me acostumbré a recibir y a no luchar honestamente por alcanzar las cosas. Tuve todo para ser un campeón pero mis malas decisiones y mi egoísmo me llevaron a la vida del alcohol y las drogas.
A los 13 años probé el alcohol y el tabaco para sentirme aceptado, no tenía identidad e imitaba todas las modas e ideologías de diferentes “tribus” urbanas como los hippies, el punk, la cultura rastafari etcétera. Así tiré al suelo mi vida y la educación que me dio mi familia. Pronto comencé a consumir marihuana, LSD, pastillas y cristal, consiguiendo dinero ilícitamente y engañando a mi familia. Mi vida fue de mal en peor, me fui de casa, perdí el rumbo, me encontraba lleno de temores, complejos y baja autoestima; la trampa y la mentira comenzaron a ser mi forma de vida. Todo lo ocultaba detrás de una máscara, aparentando ser ante mi familia y la escuela lo que no era. La realidad es que era un adicto y todo en la vida me daba igual. Mi familia sufrió mucho pues se daban cuenta de todo y querían ayudarme
Tuve que caer muy bajo para recapacitar. Llegué a estar entre la vida y la muerte, estaba desesperado, y mi próxima decisión definiría el rumbo de mi vida. Pedí a Dios una oportunidad más; esta oportunidad la encontré en el Centro Betel, donde la convivencia, el amor, la disciplina y las verdaderas amistades me enseñaron a valorar y apreciar la vida y ser agradecido. En Betel aprendí a ver al prójimo y amarlo como a uno mismo, es el lugar donde la misericordia de Dios atravesó mi corazón y me transformó.
Permanecí varios años en el programa y he vuelto a mi hogar. Estoy estudiando Arquitectura, la Universidad la Salle me dio una Beca. Ahora tengo sueños, mi vida tiene sentido. He recuperado el deseo de vivir. Con la ayuda de Dios hoy puedo luchar por lo que quiero.
La misma oportunidad es para ti.
“Y me sacó del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos” Salmo 40:2